lunes, 13 de marzo de 2017

¿Por qué nadie me hace caso?

Siempre lo he notado, pero ahora creo que me sucede mucho más. Cuando hablo, noto y veo como la gente habla por encima mía, o cambia de tema, como si no fuera importante lo que digo. Veo que a los demás no les pasa y decidí comentárselo a mi familia. Su contestación fue que es cierto, que hablo mucho, hablo mal y que consigo que la gente deje de prestarme atención. A partir de ese momento he intentado cambiar, pero mis padres, que dicen que quieren ayudarme, me corrigen cada vez que abro la boca, porque según ellos siempre hablo mal (por culpa de que no oigo muy bien en bullicios) y así también hago que se pierda la atención. Siento que la gente no me respeta, que no disfruta de mi compañía, y eso ahora mismo me ha puesto otra vez con depresión, ya que siento que tengo que cambiar muchos aspectos de mi, y me estreso. ¿Qué puedo hacer?
 
Uno de los errores más comunes entre las personas es que confundimos hablar con comunicar. Hablar es trasmitir información; comunicar es muchísimo más. Implica un intercambio, una construcción de una relación. De una manera muy simplificada hablar es juntar palabras, una detrás de otra. Para comunicar hace falta, de entrada, contar con la otra persona. Es tener en cuenta al otro. Cuando hablamos, a veces no tenemos en cuenta al otro. No le escuchamos, ponemos la directa y hasta que se nos acaben las ideas o las palabras, dos cosas que no siempre van juntas. Como a ninguno nos gusta los monólogos interminables, lo más fácil es interrumpir, no hacer caso o desconectar. ¿Quién no ha desconectado con algún profesor demasiado pesado o con algún familiar que no calla?
En el tema de la comunicación eficaz hay una máxima: el ser humano tenemos dos orejas y una boca para hablar la mitad y escuchar el doble. Lo que te proponemos es que centres más tu atención en escuchar, no tanto en dar tu opinión. Lo más importante en la comunicación siempre es escuchar al otro, no tanto decir cosas. Paradójicamente solemos hacer más caso a la gente que nos escucha que a la que habla mucho.
Pero el inconveniente de esta situación parece que, más que hablar poco o mucho, es el uso que haces de esto. Es decir, te evalúas a partir de cómo reacciona la gente a lo que dices. Comentas que has caído otra vez en depresión por todo esto. ¿Si la gente te hiciera caso, no habría problema? No puedes estar pasando todo el rato un examen. Es como lo del gallego. Si mezclas, mezclas. No parece que tu pareja vaya a ayudar al decirte nada al respecto. Porque así, hablarás como él piensa que hay que hablar, no como tú lo haces. Una cosa es mejorar la comunicación, otra hacerlo como los demás quieren. Sería muy fácil confundir que la gente no te escuche o cambie de tema con tu valía o estima personal. No caigas en ese error. Que no hayas desarrollado una buena comunicación nada tiene que ver con que puedas decir lo que quieras y a tu manera. Desarrolla tu comunicación para que la gente te pueda ver a ti y no a tus palabras.